miércoles, 21 de octubre de 2009
EL OSO PARDO DEL PIRINEO
Hace más de 30 años, cuando éramos unos chavales, hicimos nuestra primera excursión al Pirineo navarro.
Recuerdo bien aquella primera excursión. A la edad que teníamos entonces (14 ó 15 años), habíamos ya ascendido a las montañas más emblemáticas del País Vasco (Izarraitz, Ernio, Oiz, Anboto, Gorbea, Aizkorri, etc) y nos tentaba dar el salto al Pirineo y subir montañas de más de 2.000 m.
Entonces no había apenas información, ni mapas, ni guías. Recuerdo que fuimos a la biblioteca de Deba y en una enciclopedia sobre Euskal Herria recabamos unos pocos datos: el nombre de las montañas, su altitud, su situación y fotocopiamos un burdo mapa de cordales donde se señalaban las cimas más relevantes.
Preguntando a unos y a otros, averiguamos la manera de llegar al Roncal. En aquellos años tener coche era casi una rareza y casi todo el mundo se movía en tren, autobús y auto-stop. Aún me sorprende que nuestros padres nos dejaran ir solos con la edad que teníamos, pero eran otros tiempos. Enlazando trenes y autobuses (Ferrocarriles Vascongados, La Vergaresa, La Veloz Sangüesina) llegamos tras más de 12 horas de viaje a Isaba (¡para un recorrido de unos 200 km no esta nada mal!), donde descubrimos que Belagua se encontraba a 20 Km de distancia que tuvimos que recorrer a pie (¡¡¡en el mapa que teníamos se veía tan cerquita!!!) cargados con una gigantesca tienda canadiense de alquiler, un camping gas con una bombona de 5 Kg, huevos, varios kilos de patatas y manzanas, sartenes y cacerolas.
Estuvimos cerca de una semana y subimos al Lakora, Lakartxela, Arlás, Anie, La Mesa de los Tres Reyes y el Pene Blanque.
Además de la emoción por nuestros primeros dosmiles, me fascinó también la inmensidad de montañas que veíamos desde las cumbres (el Pirineo nos resultaba grandioso) y la presencia oculta y misteriosa del oso en aquellos valles. Casi todas las noches oíamos el ruido de disparos que unas máquinas emitían para ahuyentarlos y mantenerlos alejados de los rebaños. En aquellos tiempos (finales de los 70) decían que había unos 20 osos en la zona de Roncal, Ansó, Hecho y Bearn. Hoy en día tan sólo quedan 1 ó 2 osos autóctonos en esa zona. Los demás han sido exterminados; envenenados y tiroteados por personas sin escrúpulos que han destruido un patrimonio natural, cultural e histórico no sólo del Pirineo y sus gentes sino de todos los ciudadanos de este país y de Europa. El programa de reintroducción de osos de origen esloveno impulsado por el gobierno francés, representa la última oportunidad para conservar en estas montañas una especie presente en ellas desde la noche de los tiempos.
Desde aquella primera excursión he vuelto muchas veces al Pirineo navarro y aragonés y jamás me he encontrado al oso. Me gustaría que mis 2 hijos, de 8 y 10 años, conocieran también un Pirineo con osos y experimentaran la misma fascinación y el respeto por la naturaleza salvaje que yo sentía al caminar por los bosques y montañas navarras donde campeaba el oso pardo.
Las fotos que ilustran este escrito corresponden a los osos "Camille" y "Néré" y fueron obtenidas por los guardas rurales de Navarra y Aragón y publicadas en la prensa