
Hace más de 30 años, cuando éramos unos chavales, hicimos nuestra primera excursión al Pirineo navarro.
Recuerdo bien aquella primera excursión. A la edad que teníamos entonces (14 ó 15 años), habíamos ya ascendido a las montañas más emblemáticas del País Vasco (Izarraitz, Ernio, Oiz, Anboto, Gorbea, Aizkorri, etc) y nos tentaba dar el salto al Pirineo y subir montañas de más de 2.000 m.
Entonces no había apenas información, ni mapas, ni guías. Recuerdo que fuimos a la biblioteca de Deba y en una enciclopedia sobre Euskal Herria recabamos unos pocos datos: el nombre de las montañas, su altitud, su situación y fotocopiamos un burdo mapa de cordales donde se señalaban las cimas más relevantes.
Preguntando a unos y a otros, averiguamos la manera de llegar al Roncal. En aquellos años tener coche era casi una rareza y casi todo el mundo se movía en tren, autobús y auto-stop. Aún me sorprende que nuestros padres nos dejaran ir solos con la edad que teníamos, pero eran otros tiempos. Enlazando trenes y autobuses (Ferrocarriles Vascongados, La Vergaresa, La Veloz Sangüesina) llegamos tras más de 12 horas de viaje a Isaba (¡para un recorrido de unos 200 km no esta nada mal!), donde descubrimos que Belagua se encontraba a 20 Km de distancia que tuvimos que recorrer a pie (¡¡¡en el mapa que teníamos se veía tan cerquita!!!) cargados con una gigantesca tienda canadiense de alquiler, un camping gas con una bombona de 5 Kg, huevos, varios kilos de patatas y manzanas, sartenes y cacerolas.
Estuvimos cerca de una semana y subimos al Lakora, Lakartxela, Arlás, Anie, La Mesa de los Tres Reyes y el Pene Blanque.


Las fotos que ilustran este escrito corresponden a los osos "Camille" y "Néré" y fueron obtenidas por los guardas rurales de Navarra y Aragón y publicadas en la prensa